Inquietante moda capilar

Querido y descabezado agujero sideral: estamos en plenas navidades, aunque yo personalmente no lo noto mucho porque sigo currando como diría Rambo, día a día, Dios mío, día a día. Sin embargo no soy ajena a lo que ocurre a mi alrededor, aunque tengo que reconocer que se me va la olla con una frecuencia que si sigo así, en unos años, estaré poniéndome el sujetador encima de la camisa. A lo que iba, como no soy ajena a lo que ocurre a mi alrededor, me he dado cuenta de un preocupante fenómeno que se repite año tras año. ¿Por qué a los madrileños, en cuanto llegan estas fechas, les da por ponerse cosas en la cabeza? Ya no digo el gorro de Papá Noel, que no es para tirar cohetes pero se entiende por la cosa de la temática, si no cosas como cuernos de animal, palmas de manos (creo que el modelo debe ser Sabonis porque las palmas tienen el tamaño de dos canchas de baloncesto) y pelucas de Carnaval. Incluso ya he visto dos veces a un señor que se pasea por Preciados, tan normal, con una peluca afro que sería la envidia de Michael Jackson antes de convertirse en Paloma San Basilio. Ante semejante moda capilar he decido que de momento, como soy más sosaina, me voy a tapar convenientemente con mi gorrito de estibadora portuaria, que no está la cosa para coger fresco en la cabeza. Ande yo caliente...