jueves, agosto 04, 2005

La venganza de los ñapas

Nos creíamos muy listos, querido agujero negro. Desde las aulas de la universidad, entre apuntes, libros y barajas de cartas, pensábamos que el mundo era nuestro. Estudiábamos (bueno, y otras cosas) con la convicción de que éramos los elegidos, los Skywalker del mercado laboral, que en cuanto saliesen a la luz serían recogidos por multinacionales sedientas de nuestros conocimientos. Acordándome de aquellos tiempos no puedo evitar sonreír mientras me digo: ¡Y una mierda pinchada en un palo en medio de un solar!
No hay nada como una buena FP, con sus prácticas, sus manualidades y sus sudores corporales, para colocarse (en todos los sentidos) a gusto. Mientras nos poníamos los birretes y la banda para lucir moflete en la orla de turno, utilizábamos los libracos para no mancharnos con el césped de la facul y decíamos cosas como: hago pellas, me pego al sobre, mola mazo, y demás expresiones de principios de los noventa que hoy en día sólo usa Camilo Sesto porque está gagá, ellos silenciosamente preparaban su ataque.
Años después, cuando se me rompe una persiana o se atasca el fregadero, sólo puedo pensar en que, una vez más, voy a ser víctima de la venganza de los ñapas. Llegarán a casa mirándome con sorna, empezarán a hablarme en un idioma que no entiendo (pero, ¿qué es eso del bote sinfónico?), trabajarán un ratito dejándolo todo perdido y me cobrarán un facturón, que ni el de la Kidman cuando hizo el anuncio de Chanel, al son del gran slogan que les ha hecho grandes, la frase victoriosa por antonomasia: "Y no le pongo el IVA, que le va a salir más caro..." Ante lo cuál yo sólo puedo musitar un gracias y pagar abochornada la cuenta mientras me pregunto por qué no me dediqué a cosas más útiles en vez de a esto del escribir.