domingo, enero 08, 2006

La Mancha way of life

Querido y quijotesco agujero sideral, cuando cierro los ojos veo molinos. Normal, llevo tres días mirándolos, no voy a ver locutorios. ¿Por qué? Porque Gastrónomo Furioso y servidora nos hemos liado este puente la manta a la cabeza, que era para vernos, y nos hemos ido a ver un pueblo de la ruta del Quijote al que no le falta de ná. Allí nos hemos encontrado con algunas curiosidades que, como diría Luis Moya, voy a tratar de enumerarlas, por Dios.

La primera es que la oficina de turismo no está en el pueblo. Si alguien quiere empaparse de planos, horarios y fiestas locales tiene que subir a lo alto de una loma y meterse dentro de un molino.
La segunda es que el sábado por la noche no había nadie por la calle y los bares estaban prácticamente vacíos. Ante este fenómeno inexplicable y tras devanarme los sesos he conseguido enunciar algunas teorías:
a ) Hacía mucho frío.
b) Había partido.
c) Todo el pueblo está enganchado a "La noche temática".
La tercera es que un porcentaje muy alto de hombres va en chándal y zapatos. De ellos, los más jóvenes se mueven en quads, luciendo cara de esquimal tipo Björk, porque el frío se les mete entre las cremalleras del chándal y les achina los ojos. Si es que, a determinadas temperaturas, ni los pelos del pecho abrigan.
La cuarta y última es que a los japoneses les van los molinos que no veas. Justo cuando estábamos mirando uno, bajó un autocar lleno de nipones que invadieron el lugar. Me sentí como si estuviera en una película de terror japonesa. Ya veo el título y el eslogan, "Dark Mill. El terror se muele en el ambiente". Brrr.
En fin, tengo que repetir la experiencia porque me ha molado y desde ya te digo, agujero, que tienes que dejarte caer por allí porque te va a gustar y así la ruta no se mustia con el fin del cuarto centenario.