Great balls of fire in Potes
Mi bienhallado agujero negro y sideral: Ahora que estoy currando me acuerdo de las vacaciones. Uno siempre quiere estar donde no está. Y entre mis recuerdos más imborrables está el viaje que hice de Santander a Potes con mi furioso Gastónomo. Cogimos el autocar en Santander, lugar del que creo que soy porque nací allí, pero la gente se empeña en hacerme creer que soy de Valladolid. Una lucha perdida. Total, que en Torrelavega nos hicieron cambiar de autocar y nos subieron a otro de más confianza. Amplio, luminoso, vistas al mar. Con su reposacabezas, su reposabrazos y su reposaingles para que fuéramos sobre todo reposados. Así que, cuando apenas faltaba media hora para acabar el viaje y la gente de atrás empezó a gritar: "Fuego, fuego, que nos quemamos", pensé que se trataba del último himno del reggaetón, con tanta gasolina... pero no. Detrás de nuestro vehículo se alzaba una humareda espesa, gorda y muy preocupante.
El conductor dio un volantazo, paró en el arcén y todos salimos de allí ordenados, nerviositos perdidos y dispuestos a no perdernos las primeras fallas de la historia de Cantabria. En cuestión de minutos, nuestro apacible autocar se convirtió en un homenaje a Jerry Lee Lewis. Una chica, mientras contemplaba cómo su equipaje ardía dentro del autocar, dijo la frase del día: "Qué pena que esto no nos haya pasado en Potes. Los bomberos de allí están mucho más buenos". Después, sacó una cámara y empezó a hacerse fotos con una amiga posando como si tuviera detrás el Tah Mahjal. Con un par.
En fin, por estadística es imposible que esto me pase dos veces , así que puedo coger todos los autocares que quiera (si es que una tiene suerte...) Y además, fuimos portada del "Diario Montañés", aunque al reportaje le falta toque humano porque nadie nos pidió nuestro testimonio profundo y sincero. Si ya lo decía la gran Chus Lampreave: los masa media están fatal.